sábado, 4 de septiembre de 2010

La cuarta tarde de septiembre

Vi al sol despedirse enselvado.
Tuve que hacer ciertas maromas pero lo conseguí.
Lo saludé y le dije adiós con la mano
y me contestó con una sonrisa
antes de esconderse en el manglar.
Regresé a Yaayan y me miré al espejo
Tengo los ojos soleados
y una sonrisa distinta.

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