domingo, 14 de marzo de 2010

El maldito ruido


Hoy salí de Amarte por causas necesarias, estoy impresionada con lo ruidosos que son los humanos (yo ya renuncié a serlo).

Sí, soy una neurótica del ruido o una amante del silencio por decirlo más dulcemente.

En el medio ambiente se define como ruido todo sonido no deseado por el receptor.

No tolero el ruido de televisiones de fondo y encima niños berreando y gente hablando a gritos.

Prefiero el arrullo del mar y del viento entre las palmas de los cocoteros. Sin embargo aquí me tocó vivir y no saben cómo me cuesta trabajo. Yo pertenezco a la categoría de la gente que piensa que la vida como humano es demasiado difícil. Por eso me aislo por eso vivo en la Selva, por eso no veo televisión y prefiero el clic clic clap del teclado de mi laptop. Donde siento que yo tengo el control de lo que escucho, Porque con el simple hecho de apretar un botón desaparezco el ruido.
O puedo apretarlo de nuevo y escuchar la voz de mi hijo que ya se hizo hombre libre y vive del otro lado del mundo o del otro hijo que sigue siendo niño y vive cerca de mí, cuando quiere porque también es libre y él decide si se queda con su papá y la vida normal o conmigo y mi mundo imaginario.

También me gusta oír a Martín cuando toca la guitarra o canta bajito con su voz transparente, pero detesto cando habla fuerte y dice palabras feas, cuando le da por contradecirme en todo y cuando canta espantosas canciones comerciales. Pero la vida es así y creo que yo llegué a este mundo para aprender una lección llamada tolerancia y no la aprendí. Debo tolerar el ruido, la música comercial, a los niños gritones, a las mamás más gritonas, a los grupos de turistas que se carcajean, a las adolescentes que hablan el idioma weypedocagadoycagadísimo y escriben el idioma K. A los ecocidas y lo más difícil a los estúpidos.

Tengo tantas cosas que tolerar que decido mejor no tolerar nada, ahorrar para comprarme un yate meter todos mis libros y mi música de rock a mi compu y lanzarme al mar y así vivir sin vecinos, ni gente tocadora de timbres y llamadora por teléfono, sin máquinas infernales que demuelen calles y asesinan árboles y animales, sin vehículos que tienen claxon y no tienen escape. Y morirme un día de mar y brisa. Lo malo es que tendré que bajar de vez en cuando por comestibles porque me niego a pescar.
Vieron que la vida no es nada fácil y aun así la gente tiende a complicársela más, a tener maridos y esposas, casas y edificios, compromisos y citas. La gente que recondimenta los frijoles de lata y los preparados de mole y que viaja con colecciones de maletas y zapatos es gente que aún no entiendo y que jamás voy a entender, así como no entiendo nada.

1 comentario:

  1. ¡Muchas gracias por participar en el tráficoesquizoide! acá mi comentario (que no pude postear en mi blog... raro...)

    "Gracias por tus comentarios. Sin duda, y como lo hemos visto en el cine muchas veces (por no decir que todas), las pelis no explotan todo lo que un libro da.

    Leeré nuevamente Alicia (ya que #yoconfieso que nunca lo he leido completo) con una nueva perspectiva estética influida, fuertemente, por la peli de Burton, la cual te recomiendo ampliamente verla (igual checa el post que puse sobre la misma)

    Te agradezco mucho y gracias por leerme."

    La tolerancia debe explotarse, generarse... pero si definitivamente tu te mueves para una selva, es por una necesidad de silencio, o del ruuido que tu escoges.. me recordó durísimo la canción de Sabina de Ruido... debemos aprender a diferenciar entre ese insoportable ruido, los que nosotros seleccionamos como nuestros ruidos.

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