domingo, 21 de marzo de 2010

Carta a Julio

Todavía no es julio pero te tengo en mi buró, cada noche leo algo de ti, tengo horror de terminar tu libro que acaba de publicarse a los veinticinco años de tu muerte. Lo siento, se que seguro te enoja mucho que haya sido así pero yo no tuve nada que ver con eso. Según leí fue cosa de Aurora y Carles, yo no los conozco pero tú sí. Los sacaron de tu cómoda e hicieron un libro al que llamaron “Papeles Inesperados” Y vaya que son inesperados. Yo los descubrí en una librería en Playa del Carmen y pensé comprarlo más adelante cuando estuviera menos enredada en deudas pero cuando iba saliendo el dependiente me llamó y me lo entregó en una bolsita diciendo – Es suyo-. Mi Martín tan detallista me había observado desde afuera y sin darme cuenta entró y lo compró para mí. Así que desde entonces “Papeles Inesperados” está al alcance de mi mano y leo y disfruto cada palabra.
Te cuento que editaron todo lo que encontraron cuentos desconocidos y otras versiones de relatos ya publicados, del Libro de Manuel, de Rayuela, Artículos de periódicos, en fin; déjame decirte que es una verdadera delicia.
Hoy leí Un sueño realizado donde hablas de cuánto admiras a Don Gaspar Núñez de Arce por ejemplo en ese poema de perfectas décimas titulado El Vértigo. Incluso citaste los versos que desde tu niñez recuerdas:

Guarneciendo de una ría
la entrada incierta y angosta,
sobre un peñón de la costa
que bate el mar noche y día,
se alza gigante y sombría
ancha torre secular
que un rey mandó edificar
a manera de atalaya
para defender la playa
contra los riesgos del mar

A mí también me gusta, no tanto como a ti pero a la niña que fui le encanta, puedo verla en la casa de su abuela acostada en el piso leyendo poemas con una pila de libros por leer, un papel y una pluma tratando de pulir sus décimas para mostrarlas a su “Chichí” que es una experta en “poemar” como tú dices.
También estuviste recordando tu niñez a causa de tu sueño realizado, yo la recuerdo ahora por tu relato del “Sueño Realizado” Al fin viste el rayo verde a tus casi sesenta y cinco años desde el mirador de Archiduque Luis Salvador, y recordaste la novela “El Rayo Verde” de tu tocayo Julio Verne.
Escribí esto para decirte que no creo que ni Don Gaspar ni Shelley hubieran narrado mejor tu rayo verde. Lo disfruté y quise decírtelo de inmediato.
Tu rayo verde me hace evocar de nuevo a la niña que fui, la niña afortunada que fui porque a mis quince años vi mi primer rayo verde, mi mamá me había explicado que en el momento el que el sol se oculta en el mar un rayo verde parece subir desde él hasta el cielo. Esa tarde me regaló la puesta de sol, y esa puesta de sol tuvo rayo verde; fue sin duda mi mejor regalo de quince años. La visita inesperada del papá barbón también me llenó de alegría.
Hubo otro rayo verde en mi vida…fue en un mirador del Estado de Hidalgo y tampoco lo voy a olvidar. La foto al principio del relato es de esa tarde.





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