jueves, 4 de febrero de 2010

La salud y la mamonería

   Llevo una semana en un país donde he aprendido muchas cosas lindas, cosas de salud, me imagino la cara de mis amigos (casi todos) cuando les diga que ya no tomo café, que ya quiero evitar la proteína animal lo más que se pueda y que me levanto al amanecer a hacer yoga. Me imagino la carita pero no me imagino cuando les diga que tampoco consumo azúcar ni sal. Y que me encantaría tomar clases de Tai Chi. No sé que dirán pero como dice mi amigo Mario "tengo bien claro" lo que pensarán.
Faltan unos poquitos días para que termine el sueño en este país que no se parece a otro ni siquiera a Yucatán.  Regreso con ganas de decirle a toda la gente que quiero y que no quiero que se cuide, que es una maravilla cuando te entregan unos análisis y te dicen "excelente" que es una delicia cuando en las noches pones la cabeza en la almohada y sientes que tu cuerpo te agradece el esfuerzo, el trabajo, el oxígeno y el agua pura, por supuesto.
En este lugar no te aleccionan mucho, unas conferencias que puedes tomar o no, pero te dice tu propia experiencia o tu propio cuerpo.
Sí, es como un paraíso. Como un all inclusive con poca gente, sin niños, donde puedes comer todo lo que quieras, hay fruteros a tu paso y estaciones de té y agua. Lo agradeces porque es justo lo que tu cuerpo desea, aquí no existe la palabra alcohol, ni la palabra cigarro por ejemplo, y a nadie se le ocurre y si ves un comercial de alguien fumando o tomando piensas, pobrecito.
Todos sonríen en sus máquinas elípticas o caminadoras, se echan porras y se felicitan unos a otros por sus logros.
Hay chilito disponible en la comida y en la cena y eso lo hace perfecto.
Los primeros días me sentí un poco adormilada por la falta de cafeína, pero ahora me siento de maravilla con mi té verde descafeinado.
Nunca antes quise tomar una clase de Yoga, mi respuesta automática era -no puedo, me da risa- y me sigue dando risa  pero he experimentado en estas clases lo que es oír lo que tu cuerpo, oír tu sangre fluir y poder sentir la energía buena que nos recorre y envuelve. En este paraíso se puede hacer absolutamente todo, lo que es bueno para ti, si te amas.
Todo el lugar está lleno de vida, de flores, de garzas, de patos y un campo de golf con palmeras y árboles muy verdes.
Por eso salí unos días de Amarte para conocer Amarme y lo conseguí.  Así que quiero darle las gracias a las dos personas que me demostraron cuánto me aman al guiarme a descubrir este universo de salud. Y al Dr Pritikin que no pude conocer en esta vida pero que tiene toda mi admiración.
Nathan Pritikin a los 41 años se le diagnosticó una enfermedad cardíaca y le aconsejaron que viva la vida, no dietas, no nada, el caso estaba perdido, moriría muy joven. Pritikin no lo aceptó y creó un plan basado en alimentos naturales de baja densidad calórica y mucho ejercicio. Por supuesto que fue criticado, pero demostró que tenía razón vivió más de 70 años y  ¿saben qué? no murió del corazón.


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