sábado, 6 de febrero de 2010

Allá abajo está Miami


   Y yo desde un piso 17 miro como la ciudad vive mientras me pregunto ¿por qué soy tan bicho raro?.. No sé la respuesta. Ayer le dije a mi amigo "Monje Loco" (mis amigos de ahora tienen nombres así) que no entiendo nada. Hoy salí del país donde estaba siendo feliz y me sumergí a otro donde no me sentí muy cómoda era un mall que a mí me pareció un hormiguero gigantesco donde en vez de hormigas había humanos. Estaba tan felizmente acompañada por un señor barbón al que le digo papá que pasé una tarde linda platicando con él sobre gadgets, la bolsa de valores y las calorías que hay en los aderezos de las ensaladas.
Mientras cientos o miles de personas  pasaban junto a nosotros lloriqueando porque no encontraban lo que buscaban o desesperadas porque no les alcanzaba el dinero. Otros cientos o miles cargaban bolsas y aunque aun así seguían buscando algo que no sabían que era se veían menos tristes. Vi niños gritones al por mayor y gordos. Mucha gente gorda comiendo cosas y mucha gente delgada cargando botellitas de agua. Rato más tarde tres adorables mujeres familiares nuestras se nos unieron y juntos comimos en un agujero un poco oscuro donde pululaban meseros cargando platos repletos de comida, más bebés gritones y señoras más gritonas. En el menú no había nada vegetariano pero pudimos conseguir que nos prepararan algo, en esos momentos también fui feliz platicando con mi gente. El ruido me perturbaba un poco pero logré superarlo. Después mi tía favorita me pidió que la acompañara a comprar algo y caminé con ella viendo millones de cosas que no necesito, tuve intención de interesarme en algo pero no lo conseguí, sólo las tiendas "Apple" y "Sony" me llamaron la atención por unos minutos y después siguieron pasando ante mí imágenes de vestidos, bolsas, zapatos, helados, pastelitos azucarados, mujeres subidas a los tacones más altos que he visto en mi vida y con las caras tapada por unas buenas capas de polvos de colores, uñas postizas decoradas de todos los estilos pictóricos que existen y de unos largos impresionantes, niñas en shorts temblando de frío, dorados, brillos, plateados, inmensas tiendas con miles de perfumes, piedritas de colores, anillitos, vendedoras que platican en los mostradores, más tacones, señores panzones con pelos parados como gatos erizados, mujeres con los brazos cubiertos de aros de colores, con el cuerpo tatuado, con percings en la nariz, en la boca, en la barbilla. Tipos con dos camisas ...una encima de la otra. Jóvenes en bandas todos vestidos iguales que también hablaban fuerte, se movían torpemente, llenos de agresividad.
Salimos a la calle, motocicletas por todos lados, conductores que conducen muy rápido, caos vehicular, demasiados semáforos, demasiados edificios.
En fin...ahora desde el piso 17 veo millones de lucesitas, autos pasar por un puente, aviones en el cielo casi en fila india.
Siento una brisa fría pero que me hace reencontrarme al fin, sola en un balcón y un poco triste porque tampoco entendí tu enojo. Miro para el otro lado y veo el mar, la noche oscura, sonrío. Respiro profundo siento la paz que me alimenta.
Arriba las estrellas, abajo de ellas mucho mar y pienso que de todo lo que hay en Miami me quedo con el mar. Me quedo con el mar.

1 comentario:

  1. Excelente tu blog, me hiciste recordar algo que me comento un amigo playense por cierto, acerca de lo materialista y frío que es Miami.

    Saludos

    Danzy1009

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