sábado, 20 de febrero de 2010

Estellas que se beben


Anoche soñé –A veces también sueño dormida- que me levantaba a media noche y caminaba por la playa de Maroma hasta llegar a “Lolita On The Beach”. El Príncipe brillaba a la luz de algo que no era la luna y sin miedo y cuidando mis pasos llegué hasta la barra. Había un bar tender que sonreía y me miraba divertido como si me hubiera visto desde que me acercaba sorteando escalones y bancos en la obscuridad.
Me sentí un poco turbada por su risa divertida pero me dirigí a él, me llamó la atención que lo viera tan alto porque los bar tenders generalmente quedan a la misma altura de los clientes, era como si estuviera flotando o parado encima de una escalera, tenía que levantar mucho la cabeza para mirarlo a los ojos. Pero realmente valía la pena el esfuerzo. Entonces resuelto me preguntó - ¿Qué quieres tomar? Y le contesté lo que todo el mundo responde cuándo no sabe qué es lo que quiere y si acaso quiere algo. – ¿Qué tienes? A lo que me dijo –Absolutamente todo. Entonces mi mente se puso en blanco como suele pasar ante una selección tan inmensa, pasaron varios segundos o minutos hasta que me volvió a preguntar qué era lo que quería que me sirviera. Le dije: bueno, no me decido porque en realidad no me gustan las bebidas alcohólicas y tampoco tomo jugos. Rió más divertido y dijo mientras clavaba en mí sus ojos negros - Tengo la bebida que quieras; no tiene que ser alcohólica ni tampoco frutal, dime de verdad ¿Qué deseas beber? Descríbelo. Entonces dije: quiero una bebida con puntas de estrella. Por primera vez quedó serio y afirmó – Podrías rasparte la garganta. Se me ocurrió contestar: No si son gelatinosas. Recuerdo mi bebida y las puntas de estrella que tuve que pasarme en trocitos gelatinosos que no me hacían daño.
De regreso a casa, todo me parecía más lindo el efecto de las bebidas con puntas de estrella es muy agradable, te hace descubrir más astros en el cielo, ver gente brillante metida en el mar y puntitos de luz en la arena. Llegué a mi casa satisfecha y feliz pero tuve antojo de una manzana; la cocina no tiene luz porque el foco fundido no ha sido reemplazado en semanas. Así que entré en la penumbra cuidando mis movimientos. Cual sería mi sorpresa cuando de repente distingo al mismo cantinero en la barra de mi cocina. Sin pensar mucho le hablé –Disculpe, usted no trabaja también en Lolita On The Beach? Y el mueve la cabeza negando y me dice con toda seguridad: Hace dieciocho años que estoy aquí. Yo con la esperanza de que también tuviera el amplio menú que lo incluye todo le pregunto ¿y qué tienes para ofrecerme? Y responde: manzana, agua y té, elegí manzana.
Al levantarme recordaba muy poco del sueño, y durante el día me fueron viniendo más detalles.
A la hora de la comida en Piano Café, mi amigo Fran ordenó que me sirvieran una ensalada de frutas antes de la comida, yo no muy convencida acepté. Me quedé sola saboreando mi ensalada sin fijarme mucho a que fruta pertenecía las piececita que me llevaba a la boca. Cuando de repente algo me raspó la garganta lastimándome un poco al tragar, miré mi plato y sonreí al encontrar ¡Puntas de fruta estrella! Sobresalían graciosamente entre todos los cuadritos de otras frutas.
Josué querido le dije al meserito de la gran sonrisa ¿Por qué no me sirvieron las puntas de estrella gelatinosas?.... Me miró con su carita de niño divertido y no dijo nada.

3 comentarios:

  1. qué clase de hongos cenaste?

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  2. No sé. No tenían ni grasa ni sal. Estoy a dieta.

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  3. lo digo porque ese sueño estuvo medio raro.. no serían hongos oaxaqueños?

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