Si hace algunos años me hubieran preguntado si un buen católico debe
retuitear al Papa seguramente hubiese dicho que no.
Si me hubieran asegurado que estoy siendo seguida por “embuitidos en
línea” seguramente mis noches se llenarían de
las más espantosas pesadillas . Y si me hubiese llegado un aviso
diciendo que alguien acababa de “favoritear mi tuit” me hubiera puesto brava. No
digamos si el aviso dijera que Sexyman acaba de comprarme para mascota.
Hace muy poco tiempo la gente no podía convertir a un amigo en un
conocido apretando un botón ni viceversa. Si alguien cambiaba de situación
sentimental no lo anunciaba a cinco mil personas a la vez. Las cosas cambian, las personas, el
lenguaje.
Antes no seguía a nadie, ni siquiera en viernes y ahora sigo y me siguen
tres mil desconocidos. Yo les informo todos mis sueños, mis problemas
cotidianos y lo que estoy comiendo. No sólo les cuento, les mando la foto para
que lo comprueben por sí mismos; ellos también me comparten su vida.
Generalmente hay una correspondencia y una retroalimentación.
Mi hermana me pregunta, cómo se llama la página donde me anuncio para
conseguir amigos; mi abuela queda muy
impresionada de mi descaro. Y yo muy
ofendida ante su ignorancia.
Mi hija se pone triste si no le “laikean” la foto que acaba de cambiar
en su perfil del face.
¿Qué le está pasando a nuestro precioso idioma? ¿Qué pasó con los
mensajes de texto? Qué triste que a media jornada de trabajo recibas un “Ola k
ase”; a mí me dan ganas de llorar. Cuando mi mejor amiga me dice que nos
encontraremos “tipo” a las seis de la tarde también me dan ganas de llorar.
Que la Real Academia de la Lengua acepte aquellas palabras que se han
vuelto de uso y costumbre general, no me parece gracioso. Creo que debemos
defender nuestro idioma y dar ejemplo hablando y escribiendo correctamente. Leí
que en Colombia a los Tuits les llaman “trinos” que es la traducción correcta,
¿Por qué no seguir el ejemplo? ¿Por qué no invitar a la gente que nos rodea a
ser impecables con las palabras? ¿No sería mejor usar las que ya existen que
estar inventando nuevas?
Por lo pronto yo lo intentaré, no pienso jamás sustituir una “Q” por una
“K” y si me llaman anticuada no me importa.
Me seguiré enamorando y no tendré un “crush” y seguiré interactuando con mis “seguidos” y
mis “seguidores” también haré uso del Facebook no tengo intención se
feisbuquear.
A pesar de lo atractiva que la tecnología puede llegar a ser, yo les
recomiendo no perderse las puestas de sol. caminar en la playa con una persona a la que quieras mucho, sentir la vida.
Y un último consejo: Apaguen su
teléfono antes de dar un beso de amor porque si éste sonara el Príncipe se
convertiría en sapo inmediatamente.
Yo no correría ese riesgo.
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