Me llevó orgullosa y presumida como lo puede ser una yegua zaina de ocho años.
Necesitaba verlo, sentarme cerca, escucharlo con el corazón abierto.
Lo miré y por horas lo entendí en silencio. Ellos dijeron que podían esperarme.
Le conté que tuve un amigo que daba flores amarillas, vivía frente al mar
y también el viento ... este amigo me acariciaba con hormigas, -le dije-
cuando iba a llorar a su playa me daba su apoyo y me consolaba.
Me escuchó con todas sus ramas, con todos sus verdes sonreía.
A mis compañeros y a mí nos rodeaba el amor que él emanaba.
Tarca ensayaba pasitos de baile sobre el pasto seco.
Ayer el árbol sabio, el árbol bandera me dijo que no tenga miedo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar