Hoy recordé tus ojos
que miran otros mares,
y tus mares
que miran otros ojos.
Las dunas, Cabo Polonio,
a Nahuel, el niño come alfajores,
a Kiria transformándose en niña.
El cementerio de barcos,
el faro que gira enfurecido,
lobos marinos que cantan,
el cuadro que pintabas para mí.
Llegué a ver en él
aquellas nubes pestañudas
que tanto te gustaron,
los duendes, las titilucas;
diminutas algas de fuego
que respiran estrellas,
y el puente
que nunca cruzamos.
Fue por eso que la pintura
no pudo terminarse.
María José Moreno
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